A finales de la semana pasada, se supo que el presidente Abinader y una alta comitiva que incluía al canciller y los ministros de Economía y Hacienda, se dieron una vuelta por las oficinas del presidente del Banco Mundial en Washington DC, para ir haciendo las diligencias del financiamiento que se necesitará para el megaproyecto que supuestamente va a resolver el problema de la movilidad vial en el Gran Santo Domingo.
Se habló de unos 2.7 billones de dólares, y eso es lo primero de lo que hay que hablar. El presidente realmente se refirió a 2700 millones de dólares, y es importante aclarar que la palabra «billón» en español se refiere a un millón de millones (un 1 seguido de 12 ceros). En inglés, y sobre todo en EE. UU., sea el idioma que sea, «billion» es mil millones. Como andaba por allá, el presidente lo usó como lo usan allá; y es fácil deducir eso porque 2.7 billones (en español), que es literalmente mil veces más que 2.7 billions (en inglés), es más de 200 veces la economía anual entera de este país en un año, o sea que es imposible que sea ese el monto.
OK, 2700 millones
Se supone que será el proyecto más grande de infraestructura que se haya hecho en el país —aunque hace como 1 mes salió a relucir que Punta Catalina costó realmente 3400 millones— e incluirá todo lo que ya conocíamos del Sistema Integrado de Transporte (SIT) de Santo Domingo: el teleférico de Santo Domingo Oeste, el tranvía de la Independencia y Churchill, el tren urbano que irá hasta Boca Chica, y otras obritas.
Pero además ahora nos dieron la primicia de que como en carrera larga no se pisa base, aprovecharán para incluir la solución del 60% del drenaje del Distrito Nacional, y los trabajos que se necesitan del alcantarillado sanitario. Obviamente, estos trabajos tomarán una buena cantidad de años. Y si te preocupa la deuda, tranquilo, que ahí viene la reforma fiscal.