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Entendiendo la carrera espacial

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Las peleas por territorio están fuera de este planeta, literal. Pero no tienen nada que ver con el capitán Kirk y la tripulación del Enterprise, sino con EE. UU., China y Rusia, que no se conforman con las tensiones en la tierra y han escalado sus chisme hasta el espacio.  En estos últimos meses EE. UU. y China han tenido sus encontronazos sobre quién puede hacer qué en el espacio —sobre todo en la Luna— y recientemente Rusia anunció que se retira de la Estación Espacial Internacional en 2024 para construir la suya propia. Y como el asunto es de dimensiones cósmicas, te brifeamos lo que está pasando.

De la guerra de las galaxias

Pero sin el maestro Yoda ni sables de luz. Desde que Rusia envió el Sputnik 1 —el primer satélite artificial al espacio— en 1957, seguido por el Echo-1 de EE. UU. en 1960, comenzó un fronteo espacial o «la carrera espacial» para ver quién lograba llegar primero o más lejos. El cosmonauta soviético Yuri Gagarin logró salir de esta atmósfera en 1961 para darle un view al cielo infinito y todas las potencias se enfocaron en darle un first look a alguna parte del espacio, incluyendo el famoso viaje de Apollo 11 a la Luna, con el «gran paso para la humanidad» de Neil Armstrong en 1969. Los planes de EE. UU. y la Unión Soviética eran muy ambiciosos, pero después de varios años compitiendo se comenzaron a concentrar en misiones en diferentes partes del espacio, y cuando en 1991 se terminó de disolver la Unión Soviética, se acabó la carrera espacial y comenzó un periodo chill.


A los guardianes de la galaxia

La paz y la buena onda era tanta que las cinco grandes agencias espaciales —NASA (de EE. UU.), Roscosmos (de Rusia), JAXA (de Japón), ESA (de Europa) y CSA (de Canadá)— se pusieron de acuerdo y comenzaron un proyecto de colaboración multinacional en 1998 que muchos conocemos: La Estación Espacial Internacional (EEI). 

La EEI es un laboratorio de investigación espacial que siempre está habitado —ahora mismo hay 10 astronautas de diferentes países en la estación— y donde se realizan estudios y experimentos de astrobiología, astronomía, meteorología y física; se prueban sistemas de exploración para en un futuro hacer misiones de mucho tiempo a la Luna o a Marte; e incluso tienen espacios educativos, como el Amateur Radio on the ISS (ARISS) donde estudiantes pueden comunicarse con astronautas y hacerles preguntas a través de llamadas a la estación espacial, o el caso de los vlogs de astronautas que cuentan cómo les va en su día a día en la EEI —como el caso del astronauta Chris Hadfield de la CSA—.

Hasta que llegó una nueva competencia

Porque aunque la Estación Espacial Internacional es la zona de confort de las agencias espaciales, cada uno de ellos desarrolla sus misiones aparte. Así que a pesar de que EE. UU. y Rusia convivían en amor y paz en la EEI, desde hace 3 años comenzaron a atacarse con sus proyectos independientes. Y se sumó un nuevo actor: China.

En el 2019, el que era vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, dijo que China estaba desarrollando láseres y misiles antisatélites; una investigación de la Fundación Mundo Seguro demostró que Rusia y EE. UU. estaban probando armas para derribar satélites; y comenzó la nueva carrera por ver quién tiene más satélites en el espacio: EE. UU. le lleva la milla a China, y China le lleva un tramo a Rusia. 

La competencia tomó un giro interesante entre 2021 y 2022 porque el año pasado China tiró un chinazo de alerta cuando lanzó el primer módulo de su propia estación espacial («Tiangong») y tienen planeado lanzar este año su propio telescopio espacial —la competencia del James Webb de la NASA—. Este año, con la guerra en Ucrania, Rusia anunció que se va de la EEI en el 2024 y la NASA dijo que China y Rusia podrían estar planeando construir una base lunar para «apoderarse» de la Luna y otras partes del espacio. 

¿Y el espacio tiene dueño?

Aunque una vez hubo un vivo intentando vender parcelas en la Luna y recientemente una doña queriendo cobrar impuestos por el Sol, todos somos los dueños de las cosas del espacio. Esto lo dice el «Tratado sobre el espacio ultraterrestre», el acuerdo internacional sobre los derechos acerca del espacio que se firmó en 1967 y aunque hasta ahora no lo ha firmado ningún extraterrestre, 110 países lo han ratificado. 

El tratado también explica a todos los países que los recursos espaciales —como la Luna o algún planeta— son patrimonio común de la humanidad; no se puede instalar bases militares ni llevar armas al espacio; y todo el uso de los recursos allá afuera tienen que ser con motivos pacíficos. 


Pero volviendo al caso

El peligro está en que estas 3 potencias comiencen a trabajar por su lado en la creación de armas satelitales, que trabajen en un intento de controlar el espacio o que comiencen a amenazarse. La guerra en Ucrania le pone un picantico al asunto, porque el director general de Roscosmos —la agencia espacial rusa— advirtió que si Rusia retira sus naves de carga —que proporcionan el empuje para que la EEI se mantenga en órbita—, la estación espacial podría irse directo a ver al Diosn’t. Y se supo que el viernes pasado China mandó al espacio un cohete que contenía un avión militar secreto, y dijeron que era para «dar apoyo técnico al uso pacífico del espacio», ¿Qué significa eso? Hasta nosotros queremos saber pero no se sabe. 

Mientras tanto, sigamos viendo las estrellas fugaces de vez en cuando y pidamos deseos.

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